El porrón
Por: Bienvenido Corcho Tavío.
En las casas de campo de la Cuba de antaño existía una peculiar vasija de barro de mucha utilidad para los hombres que trabajaban, a veces de sol a sol, lejos de la casa: el porrón.
El porrón tenía la forma de un ánfora con una abertura o boca por donde se echaba el agua y en el lado opuesto otra abertura en forma de pico por donde salía el líquido en un chorro fino y constante, en la parte superior el asa curvada permitía el agarre para transportarlo a mano, aunque muchos lo llevaban en alforjas para resguardarlo del sol durante el trayecto.
Se podía adquirir en cualquier bodega y antes de usarse debía mantenerse por varias horas sumergido en agua para que el barro fraguara. Había quien los forraba con tela de saco bien ajustado y antes de partir para el campo mojaba la tela de manera que las paredes del porrón mantenían una temperatura agradable durante todo el día.
Los que más lo usaron fueron los cortadores de caña, ellos los llenaban en la noche o al amanecer con agua fresca de pozo o de manantial y partían para el corte con la certeza de que tendrían a mano el agua necesaria para una dura jornada de trabajo. Lo acomodaban entre los plantones de caña para mantenerlos a la sombra y a media mañana, cuando ya el sudor deshidrataba el cuerpo, se empinaban del porrón sosteniéndolos en el aire mientras el chorro les llenaba la boca; la habilidad era tal que les permitía tomar sin derramar una gota fuera.
De pequeño escuché una historia que contaba mi padre sobre esta forma de tomar de los porrones. Dicen que un machetero[1] sediento, fue a empinarse pero, como muchos, cuando tenían apremio por la sed, no utilizó la parte del chorro fino sino la abertura mayor por donde se llena la vasija, que al parecer por un descuido había quedado sin cerrar y por donde se había colado un alacrán. El hombre al abrir la garganta para el primer trago sintió el dolor irresistible de la picada y así estuvo retorciéndose con la mano en la garganta hasta que en un momento de desespero agarró la mocha[2] y se degolló delante de sus compañeros que no pudieron hacer nada por impedirlo. Que sea cierto o no lo que cuenta esta dramática historia es algo que nunca pude precisar, lo que sí es cierto es que los porrones eran compañeros inseparables de los trabajadores del campo.
[1] En Cuba se le dice machetero al cortador de caña.
[2] Machete corto, de hoja ancha, muy cómodo para el corte de caña.
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