La tinaja
Por: Bienvenido Corcho Tavío
La tinaja era indispensable en cada hogar cubano que no tuviera un refrigerador, es decir un gran porciento de la ciudad y casi todos en el campo. Solo en los inicios de los años 70 pude ver unos refrigeradores que trabajaban con kerosene en algunos hogares de la zona donde yo vivía, y eran otorgados a trabajadores destacados en las zafras azucareras de esos años.
La tinaja de barro podía tener diferentes dimensiones y era generalmente ubicada en un rincón de la cocina o un lugar cerca de la mesa, para tener a mano el vaso de agua fresca a la hora de comer o cuando llegaran vistas.
Se les ponía en un trípode o armazón de madera que la sostenía, la cual podía tener en la parte superior un departamento para colocar lo jarros de aluminio, o los vasos. Casi todas venían con su tapa de barro que generalmente a alguien se le escapaba de las manos y no duraban mucho, entonces se recurría a hacerle una tapa redondeada de madera y había quien simplificaba las cosas poniendo un plato de peltre como tapa definitiva y más duradera.
El agua generalmente se acarreaba de un pozo de brocal, y el frescor del barro mantenía la temperatura del líquido en condiciones muy agradables, a veces en el calor más fuerte se remojaba la tinaja para acentuar el enfriado.
En cuanto llegaba una visita se le ofrecía un vaso de agua fresca de la tinaja, y el caminante sediento podía hacer un alto y llegar a cualquier casa de campesino que de seguro le iban a regalar un rebosante jarro de agua, de la tinaja.
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