Mataguá en Lorenzo Lunar. Deja el que lleva

20.04.2015 16:21

Por: Bienvenido Corcho Tabío

 

Muchos andan por la vida sin reparar en la huella puesta en el polvo que los sostuvo, sin mencionar siquiera la primera estación de donde partieron sobre rieles más firmes, hacia otros derroteros. Tanto menos, si en el transcurso del viaje han conocido la agradable cara del éxito; entonces los vientos de la fortuna, (en su acepción más cándida) con su batir inclemente y seductor, parece que les va arrancado fragmentos de memoria, como a las hojas secas de los árboles.

Cuando me hablaron por primera vez de Lorenzo Lunar Cardedo, la primera referencia no fue su literatura, que ya había cosechado lauros significativos, si no que era de Mataguá. Por entonces escuché la versión radiada (en CMHW) de una de sus novelas y sentí alegría cuando descubrí que varios personajes se movían en nuestras calles y barrios. Yo, que recién me iniciaba en el taller literario, no imaginaba quien y porqué había inmortalizado en la ficción a este olvidado pueblito sin importancia, y no le creí a Mario Brito cuando me dijo que el autor era un coterráneo. Quise averiguar, pero yo, un guajirito que nunca vivió en el “casco urbano” del poblado, siempre tímido e incomunicativo, apenas reconoció la descendencia de Lorenzo en el archiconocido Magüita, quien era famoso por los frijoles, los dicharachos  y las trampas.

Cuadro de texto:  Lorenzo Lunar (a la derecha) y el autor durante la entrega del premio “Fotuto” en Manicaragua, 2010Luego lo conocí en los avatares propios del quehacer literario y me impresionaron su inalterable jovialidad, su criolla locuacidad y su poder comunicativo, atributos que carezco y no nos hace compatibles. Sin embargo, desde el principio pude comprobar en su comportamiento afectuoso un ingrediente que iba más allá de nuestra condición de colegas literarios, de compartir tragos en tertulias y coparticipar en eventos, y era tal vez una consideración a mi borroso status de matagüense, por ese misterio no aclarado de que las personas tendemos a identificarnos por la procedencia.

Más tarde comprobé que estábamos rodeados de “Lunares”, que muchas de las familias nuestras llevan ese apellido casi desde los primeros cimientos del pueblo, y cuando le pedimos que nos esbozara sus recuerdos para llevarla a una revista cultural sobre este pueblo (una realidad que se materializa con altibajos), nos envió una crónica, breve pero significativa, de sus recuerdos.

 “Yo me aburro un poco hasta que nos vamos a ver a Caruca. Esta es una casa fresca, de madera, en el patio hay un aljibe del que siempre me previenen y una mata de guayaba en la que intento subirme”, dice al reproducir sus imágenes sobre la arquitectura de estos años, cuando muchas de las viviendas conservaban su forma colonial, con el aljibe a falta de acueducto, y la frescura de las tejas de barro

“Tomamos café y nos vamos a casa del abuelo Florentino. Es mi abuelo paterno. La casa es pulcra, el suelo brilla, los vasos resplandecen cuando mi tía Cachín nos brinda limonada” Invoca a sus allegados pero con el retoque del costumbrismo de la gente nuestra y sus modos. Y más adelante recurre a íntimos rincones de su memoria para dejar fe de un paisaje semirural, donde señoreaban los frutales al fondo de los solares amplios o en las cercanas vecindades: “El jardín está bien cortado y hay matas de croto. También una de mango. Mangos chinos, los más sabrosos y dulces que probaré en mi vida”.

Me vino entonces a la mente aquel verso de Miguel Hernández: “deja el que lleva”, pues como Lorenzo lleva en el recuerdo, raíces que lo mantienen atado a nosotros; dejará aquí, estoy seguro, un sentimiento de orgullo local y el agradecimiento por siempre de los pobladores de Mataguá, porque él es de esos que se mantiene apegado, amén de otros destinos más promisorios, a la tierra que lo acogió en su niñez, fiel al polvo que nutrió sus primeros pasos por la vida.  

 

Mataguá, Mayo 2010, con motivo de la Jornada de Cultura.

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 Lorenzo Lunar Cardedo: Narrador y crítico literario, miembro de la UNEAC. Está considerado una de las principales voces del noepolicial latinoamericano Su obra ha sido merecedora de los más importantes reconocimientos en este género en la lengua española. Premio de Relatos Semana Negra de Gijón, Premio Novelpol, Premio Brigada 21 y Mención Especial del jurado en el Premio Hammett, ha publicado, entro otras, las novelas “Que en vez de infierno encuentres gloria”, “La vida es un tango”, “Usted es la culpable”, y “Polvo en el viento”. Recientemente la Editorial Capiro editó su novela breve “De dos pingüé” y “El lodo y la muerte” Parte de su obra ha sido traducida al alemán, francés, inglés y portugués.

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